LAS DEMENCIAS.

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Dr. Indalecio Fernández Torres.

Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.

Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas.

Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

 

En  las Demencias la desconexión progresiva,  tiende a la desaparición del Ser y esto hace que la relación se ordene alrededor del “No Ser”, donde la relación  psique-soma se va difuminando hasta desaparecer y lo que deviene es la muerte.

Concomitantemente o posterior al inicio del deterioro cognitivo la persona al verse incapacitada va generando angustia, lo que puede hacer que progresivamente necesite desconectarse ante el afecto angustioso y seguir viviendo encapsulado dentro de sí dado su deterioro psico-somático y poder seguir viviendo ante la angustia que lo embarga.

Sí bien este proceso de deterioro lleva indefectiblemente a que la persona termine desconectado del mundo que lo rodea, sus pulsiones de auto-conservación son las que en un último intento tratan de preservar la vida, a través de esta desconexión, donde paulatinamente va privando el vacío representacional.

El daño orgánico que genera la demencia está marcado por su constitución hereditaria, la precipitación del cuadro estaría determinada por su dinámica psíquica y las circunstancias del entorno.

La desconexión de su medio, a diferencia del esquizofrénico, tiene la particularidad de que la sensación de fin de mundo que transmite a sus semejantes, da cuenta de la expresión de la pulsión de destrucción, percibida por los familiares o el analista.

A pesar de sus pérdidas puede observarse en la demencia el intento de seguir viviendo no obstante su desconexión del medio. Lo que una interacción de las pulsiones de auto-conservación y de destrucción.

Lo más significativo es que se muere de demencia por el deterioro psico-somático.

La demencia cumpliría pues con la necesidad de esta lucha inconsciente de las pulsiones del paciente de desconectarse de su medio para poder seguir viviendo.

Nos preguntamos, ¿ Qué dinámica subyace dentro de este cuadro ?.  Al hablar de esta lucha pulsional, lo que se trata de dirimir es el acceso a la eternidad o la cruda realidad del ser humano que es su finitud o más que la finitud, lo que se plantea es cuando llega esta finitud. ¿ Ahora o después ?.

Nos planteamos que es sí desde la gestación y su proceso donde se va gestando esta vivencia de ser un todo con la madre, donde no hay límites, en cierto sentido “oceánico”. Como el “Yo oceánico” propuesto por Freud en “El Malestar en la Cultura”, haciendo referencia a Romain Rolland, quién lo define como “Un sentimiento que prefiere llamar sensación de “eternidad”; un sentimiento como de algo sin límites, sin barreras, por así decir “oceánico”. Freud plantea otra concepción, en término del,  yo placer purificado. En éste la confusión con el mundo exterior se da por el hecho de ser el placer, no existe la categoría del tener.  De Freud tomamos la idea  de que el sentimiento de  oceánico es la confusión con el todo. De trasladar este sentimiento oceánico a la demencia lo hacemos en el sentido de confusión con el todo, no en tanto al placer, ya que en la demencia se está embargado por la angustia, encerrado en un mundo interior lo que se va dando paulatinamente.  Lo que puede ser un paso progresivo durante la gestación puede ser la fase final de la demencia.

Para Freud, el yo se desliga del mundo exterior, aunque pienso que: originalmente el SER que es la unidad Psico-Somática durante la gestación paulatinamente va a constituir un todo y luego al nacer con la vinculación parental se gestara el Sujeto y luego devendrá un yo que es su agente. Esas tres instancias Ser, sujeto y yo constituyen a toda persona.

Sí podemos hacer referencia a un sentimiento oceánico desde los orígenes de la vida, posteriormente con la evolución devendrá un narcisismo que tendería a lo ilimitado y luego con el planteamiento Freudiano del complejo de Edipo debería aparecer la disolución de lo ilimitado.

Es la ontogénesis que repite la filogénesis, lo que es inmanente a la evolución como seres humanos.

Aparentemente la demencia es la única patología que nos remite a éste estado primordial muy anterior a la génesis del conflicto psicótico, anterior a todo, dirigido a los comienzos de nuestro SER.

El demente termina acostado, desconectado del mundo y unido a él a través de una serie de vínculos asistenciales, los cuidados terminales,  que le aseguran una calidad de vida, para sostener sus signos vitales.

El Demente ha recorrido todo el camino inverso desde el SER hasta los bordes mismos del NO SER.   La demencia cumpliría pues con la necesidad inconsciente del paciente de desconectarse de su medio para poder seguir viviendo.

Un sentido posible de la demencia, llegar a este Ser, a éste momento de nuestra génesis en el cual lo psico-somático se debate en el establecimiento de la vida tratando de mantenernos indemnes de todo aquello que podría hacernos peligrar.  Nuestra energía pulsional estarían esperando ese punto enigmático, marcado por lo trans-generacional y lo circunstancial, que permitiría la expansión de nuestro Ser desde el sentimiento  oceánico, pasando por el Sujeto, hasta llegar al Yo.

En la demencia, por algún elemento en nuestras series complementarias esa expansión pulsional en el decurso de la vida se ve enlentecida, detenida y comienza a contraerse cada vez más hasta llegar nuevamente a ese origen de nuestro Ser.

El final de la demencia, muchas veces es muy similar a la existencia fetal intrauterina en donde la vida fetal es sostenida por cordones umbilicales, así como un día empezó a gestarse el SER, en la demencia, paulatinamente el Ser pasa al No Ser, porque  la pulsión de auto-conservación fleja y empuja a la pulsión de muerte a su propio límite,  la muerte por demencia.

En la demencia en su evolución lo cognitivo, nos abandona paulatinamente, para dejarnos sumidos  en nuestros afectos que a través de las e-mociones nos conmueve, pero apagándose los sentimientos y persistiendo una conducta letárgica.

El concepto del “Ser”, plantea otra vía posible a seguir investigando, la regresión defensiva hasta el sentimiento oceánico, donde se debaten las pulsiones de auto-conservación y auto-destrucción. Una elección inconsciente que señala el último intento del paciente de aferrarse a la vida hasta su expresión mínima, es la última batalla ganada por la pulsión de conservación.  Así que el daño orgánico sí bien está marcado por su constitución hereditaria, la precipitación el cuadro estaría determinada por su dinámica psíquica y las circunstancias del entorno.  La demencia surge como el vacío representativo final, donde sólo nos asiste lo sensorial.

Esto nos plantea que el abordaje terapéutico de las demencias desde el psicoanálisis, lleva a considerar circunstancias particulares en la transferencia, en lo transmitido por el paciente y la vivencia contra-transferencial ante el paciente con demencia.

Según el punto evolutivo de la demencia nuestra posición como analistas será distinta, lo que no cambia nunca es que nuestra posición será acompañar y con esto procurar un alivio para el paciente, los dolientes y al terapeuta.

 

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