LA MÚSICA Y LO SONORO DE LO INCONSCIENTE.

 La Música y la Sonoridad del inconsciente.

 

Dr. Indalecio Fernández Torres.
Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.
Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas.
Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

La música cuenta con cuatro elementos esenciales que son: el ritmo, la melodía, la armonía y los matices, aunque para algunos este último no es tenido en cuenta como tal. Otras propuestas adicionan el timbre como un elemento más aparte de ser una cualidad del sonido y otras propuestas adicionan el timbre como un elemento más aparte de ser una cualidad del sonido.  Hay una relación en la constitución subjetiva del ser humano y los elementos  que constituyen la música. Esta relación participa en la forma en que sea vivenciada la música por cada quién.

Si en lo que se dice, que es lo oculto a la consciencia, está lo inconsciente y en lo que se dice está lo sonoro, es necesaria la interrogación acerca de la participación de lo sonoro en lo inconsciente y su influencia en la consciencia.  Además en que medida participa la madre gestante y luego al nacer la participación de las figuras significativas en la incidencia de la sonoridad y por ende la música en cada ser humano.

La sonoridad es la medida subjetiva de la intensidad con la que un sonido es percibido y vivenciado.  Es el atributo que nos permite ordenar sonidos en una escala de mayor intensidad a menor intensidad la cual nos afectará según las circunstancias.   Es una cualidad de la sensación o vivencia de lo sonoro, lo que permita calificar los sonidos como agradables o desagradables. La resonancia de lo inconsciente, produce una resonancia pulsional y semántica que nos da nuestra ubicación respecto a la música. La resonancia es un sonido elemental que junto a su secuencia pulsional y semantica hace que lo sonoro comunique un timbre particular a la música dependiendo de las circunstancias.  Así hablamos de sensación sonora, porque la percepción de lo sonoro no siempre se produce de la misma manera.

La sensación sonora depende de factores que no son sólo a nivel del órgano perceptual, sino de la subjetivación de los primeros sonidos que llegan al oído humano y el lugar que tiene la sonoridad de la voz de quien  la emite. Entonces el efecto de la música estará marcado, por cómo se dio la relación desde sus orígenes y que matrices sonoras se inscribieron para cada quién.

La música y la forma en que se definen estos elementos varía de una cultura a otra, pero también tienen una singularidad que repercute en cada quién y también hay variaciones temporales y en el transcurrir de la vida.

Veamos los efectos que estos componentes de la música puedan tener en la configuración de lo psíquico y lo somático.

“El Ritmo” es, la distribución de las duraciones sonoras en el tiempo y en el espacio. Por lo que en la musicoterapia tendrá una gran influencia en lo que es la configuración temporo espacial, además de ser la pauta de repetición a intervalos regulares y en ocasiones irregulares de los sonidos y silencios.

Es la división regular del tiempo, además de configurar un orden, se relaciona con cualquier movimiento que se repite con regularidad en el tiempo. En la música se lo divide por medio de la combinación de sonidos y silencios de distinta duración. Esto nos hace pensar en su aplicación en los síndromes del espectro autista y en las esquizofrenias.

Si la música comenzó de algún modo, lo hizo con la percusión de un ritmo, al igual que en el feto o al nacer y en la crianza, lo rítmico guarda un papel capital. Entonces el ritmo es lo primero que nuestro cuerpo percibe y al cual reacciona de forma natural; como, cuando escuchamos música nuestro primer impulso es acompañarla con las palmas o con movimientos corporales marcando el pulso o simplemente siguiendo el ritmo como tal.

La base de la música se encuentra pues en el ritmo, es éste quien da los cimientos para que todo este constructo mantenga un orden y equilibrio, es quien da el sentido temporo-espacial que es complementado por los aportes que hacen los otros elementos.  Las categorías sintomáticas de los orígenes, que ven alterado su constitución del ritmo y lo que el configura, crean vacíos de representación sonora, esta falla de la resonancia de lo inconsciente origina un embrollo pulsional, que posteriormente se traducirá con la evolución en un trastorno semántico y relacional.

En relación a “La Melodía”, es una sucesión coherente de sonidos y silencios que se desenvuelve en una secuencia lineal y que tiene una identidad y significado propio dentro de un entorno sonoro particular. La melodía parte de una base conceptualmente horizontal, con eventos sucesivos en el tiempo y no vertical.  En general incluye patrones interactivos de cambio y calidad.  Sí consideramos esto podemos establecer que repercutirá en el ritmo, pero tendrá una gran incidencia en la configuración de lo especular y lo narcisista, donde se trastoca la linealidad. Por lo que las  afecciones que vean afectada su especularidad y narcisismo no estarán dentro de un orden melódico.

Hay que hacer la salvedad de que la melodía también puede tener un significado emocional, es difícil señalar cómo se produce. Tal vez lo melódico produce un arrullo y una vivencia de satisfacción al ser un conjunto de sonidos, concebidos dentro de un ámbito sonoro particular,  que suenan sucesivamente uno después de otro (concepción horizontal), y que se percibe con identidad y sentido propio. También los silencios forman parte de la estructura de la melodía poniendo pausas al “discurso melódico”. Estos silencios rompen la especularidad y el narcisismo.  Al ser la sucesión ordenada de sonidos, para conformar frases musicales de acuerdo con las leyes de la tonalidad, que es el rango donde se va a mover la melodía. Las leyes de la tonalidad nos indica, cuál es la nota donde reposa, extrapolandolo podríamos  decir  qué a  nivel del narcisismo o de la especularidad es donde reposa, dando un matiz particular. El otro punto de la tonalidad es donde la nota se relaja, lo que podría ser un índice de donde fleja el narcisismo. En cuanto a lo tonal tendremos que ver cuál es la nota donde tiene mayor tensión, lo que sería una señal de la vivencia de la grandiosidad narcisista. Así la melodía puede marcar una respuesta narcisista.

“La Armonía”, dado que es la superposición de sonidos que se producen simultáneamente, para conformar el acorde. Lo que es combinar los sonidos de acuerdo a las reglas inmutables, con el fin de construir acordes, y la habilidad y el buen gusto de la conducción de las voces armónicas. La armonía nos señala el tránsito a la terceridad, lo que se pone en marcha en las neurosis y lo armónico incidiría en ellas.

“Los Matices”, es la intención, el color o dinámica que se da a la música, en este caso en la musico-terapia son las diferentes gradaciones que se puede dar a un sonido o frase musical, para intervenir en la dinámica personal del paciente. Son las dinámicas que se aplican para enriquecer la musico-terapia.

Los elementos de la música están directamente relacionados, no son compartimientos estancos sin ninguna vinculación, corresponde al músico-terapeuta valorar el acento que se la da  cada uno de ellos, según la singularidad del paciente o los pacientes.

El  que escucha la música y no tiene formación en el campo musical o ésta es muy poca, rara vez, percibe los elementos de forma separada, para él/ella,  sólo hay un todo que le produce un efecto o le genera una respuesta.  Lo importante es el efecto que tenga la músico-terapia en cada quién.

 

LA MÚSICA Y LA SALUD MENTAL.

La Música y lo Sonoro. IMAGEN

Dr. Indalecio Fernández Torres.
Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.
Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas.
Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

 

La influencia que la música despierta  todas las esferas de lo psíquico y de lo somático en el ser humano.

Todos hemos sido concebidos y hemos nacido inmersos en ruidos, ritmos, melodías, armonías y matices propios de cada quién. Es a la vez una experiencia universal,  a la vez íntima y personal.

El escuchar “música” no tiene para todos el mismo efecto, en algunos produce alivio y puede aumentar la capacidad del individuo de comprender su propio estado psíquico, lo cual le procurará una mayor alivio, pero en otros produce exactamente todo lo contrario. Por lo tanto debemos tener presente cuál es la estructura psicológica de cada quién y qué circunstancias lo marcan. Así lo que es bueno para unos no es bueno para todos.

Trataremos de comprender en que beneficia a algunos y  de qué forma lo afecta produciendo alivio y una reconducción de los elementos de su mente, sirviendonos en estos casos de la “musicoterapia”.

La musicoterapia es una psicoterapia no verbal, que utiliza las expresiones corpóreas, sonoras, no verbales, para desarrollar un vínculo relacional entre el músico – terapeuta y otras personas necesitadas de ayuda, con el objetivo de mejorar su calidad de vida. No incluyo aquí la música, que incluye el canto por la extensión de este escrito.

Con la musicoterapia se trata de recuperar y poner de manifiesto la identidad primaria, que es pre-verbal. Esta identidad se ancla en la memoria no verbal, en las relaciones primarias del feto con la madre a través de un sistema en común de la percepción, formandose paulatinamente antes de la diferenciación de los cinco sentidos, durante el período gestacional, postnatal y su posterior evolución,  donde la piel y los sistemas de percepción gravitacional, térmico, kinestésico y cenestésico juegan un gran papel en la percepción de la sonoridad de lo inconsciente y de la conciencia de ello.   Como hemos dicho desde la gestación, en el período post-natal, la memoria pre-verbal, actúa como un conmutador, que sustituye, modifica, reemplaza o cambia según las circunstancias de las experiencias no verbales.   Al trasladar esto al vínculo terapéutico no verbal, donde el músico-terapeuta interactúa con el paciente, se activa y utiliza un espacio creador, basados en los códigos no verbales, que son los códigos sonoro-musicales, que ha creado el sujeto con su otro significativo, lo que se trasladan  o vinculan a la relación terapéutica.   La música objeto intermediario (transicional), puede producir fenómenos de regresión que se trasladan a le relación transferencial-contratransferencia (vínculo musicoterapeuta-paciente), donde se hace la utilización simbólica, analítica, de la improvisación musical por parte del músico-terapeuta y del paciente para explorar la vida subjetiva de éste.

Utilizando la figurabilidad, lo que es la posibilidad de representabilidad, se puede utilizar el propio cuerpo, la sonoridad, el movimiento o el baile o el asociar sobre ello para explorar el material consciente e inconsciente.

Sí haber vamos  en el cuerpo resuena, no sólo  lo inconsciente sino lo somático y se trata con la musicoterapia lograr una retroacción a los procesos primarios, para que se exprese su creatividad y con esto una reelaboración de su dinámica psíquica y somática.

La música revela y oculta lo que el paciente manifiesta, esto está en relación con la percepción sonora o la huella que deja en lo inconsciente, ya que la percepción sonora no siempre se produce de la misma manera. Depende de factores que no son sólo a nivel del órgano sino de la subjetivación de los primeros sonidos que llegan al oído humano y el lugar que tiene la sonoridad de la voz del otro.  Al escuchar la música se produce la resonancia generada por la madre gestante y posteriormente por los otros significativos. La música está formada por elementos esenciales que son el ritmo, la armonía y la melodía y como se configuren estos, podrán incidir en la estabilidad o inestabilidad del ser humano.

La Autoinmunidad.

Autoinmunidad. (2).

 

Dr. Indalecio Fernández Torres.

Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.

Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas. 

Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

 

La existencia de “enfermedades” Auto-inmunes, plantean un desequilibrio entre los sistemas de Auto-conservación y la Hetero-conservación. Hay un desconcierto en tanto al sistema auto-inmune ya que en sí mismo existe dos condiciones, la auto-conservación y la auto-destrucción , las que pueden guardar posiciones divergentes y convergentes,  lo que representan un enigma un enigma  a dilucidar cuando  a dilucidar ciando se da esta colusión o divergencia.

Las llamadas “enfermedades” auto-inmunes forman  parte de esas manifestaciones de desequilibrio y como analistas debemos de dilucidar que precipita una condición u otra.  Es algo complejo ya que en nuestro organismo existen, sistemas de auto-conservación  y de auto-destrucción, lo importante es tratar de saber cuando el ser humano apela a uno u  a otro. En esto participan las circunstancias que lo trascienden, como lo trans-generacional, la constitución corporal singular de cada quien y las circunstancias que lo rodean además de la relación de continuidad hay entre lo psíquico y lo somático.

Así vemos que en las enfermedades auto-inmunes, aquello que las caracteriza,  el propio sistema inmune de defensa, el  que tiene que proteger al individuo, ataca sus tejidos, sus propias células, dañandolas y produciendo la enfermedad auto-inmune. Lo que se sucede es una falla en la tolerancia inmunológica, que es la ausencia específica de respuesta del sistema inmune frente a un antígeno, ya sea propio (auto-antígeno) o extraño. Esto sería lo que acontece desde la lógica somática, habría que ver cuál es la falla psíquica que produce esa intolerancia inmunológica o que repercusiones psíquicas tiene la falla de la intolerancia inmunológica.

Lo básico del del funcionamiento correcto del sistema inmune está en el fenómeno de auto-tolerancia: diferenciar lo propio, de lo ajeno y como se reacciona ante ello. Hay células reactivas, capaces de raccionar contra antígenos propios, son desactivados y/o eliminados en el transcurso evolutivos, como una forma de reconocimiento de lo propio.

Estas células que corresponden a los linfocitos, reconocen las células propias y por el sistema de  auto-conservación, no los ataca, lo que puede corresponder  al prójimo del sistema psicológico

En las enfermedades auto-inmunes,  se crea un doble especular que se vuelve sobre sí mismo, confundiendose lo propio de lo ajeno, al no haber diferencia en esta transitividad, los propios y los contrarios se auto-destruyen. Este desencadenamiento no es tan sólo una respuesta somática, sino que juega un papel lo intra-subjetivo, lo inter-subjetivo y las circunstancias propias del medio.

Sí pensamos que la estructura del aparato psíquico y los mecanismos que en él actúan son iguales para enfermos y sanos, pero en la forma en que interactúan, se producen cambios o diferencias y debemos pensar la enfermedad desde el punto de vista dinámico, ya que los elementos de la estructura en su interacción llevan a permutaciones o transformaciones que alteran la funcionalidad.

En ocasiones la respuesta frente a un agente externo es la eliminación del agente invasor, pero en ocasiones el ser humano ante el desamparo ante el agente externo, sufre sus consecuencias.  Sin embargo, cuando se desarrolla una respuesta inmunitaria frente a un antígeno propio, resulta habitualmente imposible para los mecanismos inmunitarios eliminar por completo al antígeno, como consecuencia se producen lesiones crónicas en los tejidos, que incluso pueden llegar a ser mortales. Existe un paralelismo con las interacciones psicológicas.

He  insistido reiteradamente que los sistemas biológicos y los psíquicos tienen sus equivalentes tanto en uno como en el otro pero se rigen por lógicas diferentes pero interactuantes, la lógica psíquica y la lógica orgánica. El límite entre uno y otro es lo pulsiónal que da el empuje a una u otra manifestación

El componente de la pulsión, tendería a la conservación a la destrucción, en el ser humano permanentemente se dan ambas situaciones, así podemos ver que en lo somático se da la apoptosis o muerte celular programada, que consiste en un fenómeno necesario para la vida: algunas células mueren para que el organismo entero conserve su existencia.  Desde el punto de vista psíquico, esta pulsión tiene que ver con los finales, con la capacidad de dejar una tarea o etapa para iniciar una nueva, la continua permutación o transformación. Esta vuelta sobre sí mismo puede llevar a la auto-destrucción o la conservación, por la transformación en lo contrario.

Aquí está implicado la auto-conservación, donde se puede suceder una auto-destrucción o una auto-conservación de sí mismo. De igual manera existe la hetero-conservación que puede convertirse en lo contrario y producir la destrucción del otro significativo, a través de la agresividad o en su hetero-conservación proteger al otro significativo.

La agresividad, para mantener la vida, que el sistema inmune descarga hacia el agente extraño, es la misma que se vuelve contra sí mismo, provocando la lesión tisular.   En la enfermedad auto–inmune se suelen suceder otra afecciones, ya que su sistema inmune ocupado en su autodefensa, en dirigir el componente agresivo contra sí mismo, no puede dirigirlo contra el enemigo exterior. Se privilegia lo propio descuidando lo semejante y lo ajeno.

En los fenómenos auto-inmunes  en si generación hay que tener en cuenta en su producción, lo trans-generacional, lo intra-subjetivo y lo intersubjetivo, ya que hay una interacción entre todas estas formas de relación.

LAS AUTOLESIONES.

 

 

autolesionarse (2)

 

Dr. Indalecio Fernández Torres.

Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.

Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas. 

Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

 

La auto-lesión es un lenguaje somático, que utiliza el cuerpo y la gesticulación, en lugar de las palabras. Muchas veces, el terapeuta no cuenta con el tiempo de la escucha y la capacidad para traducir dicho lenguaje. Lo central sería develar que concierne a esta auto-lesión no mortal sin intención suicida.

La formas en que se traduce en acto puede ser muy variadas: Cortarse, quemarse, arañarse, golpearse deliberadamente contra superficies duras, tallarse, morderse, pincharse, arrancarse los pelos, golpearse la cabeza en forma rítmica e interferir con la curación de heridas, entre otros.  Estas manifestaciones pueden manifestarse en una pluralidad de manifestaciones psicológicas.

La auto-lesión puede irrumpir de manera impulsiva e inesperada, enmarcada en una vivencia de urgencia compulsiva de procurarse satisfacción o sufrimiento, pero también puede ser premeditada y planificada.  Emergería como una vía de expresión, ya que no se encontrarían las palabras para expresar el dolor y/o el sufrimiento, se pretende hacerlo infringiéndose un daño.

Estamos de acuerdo en un aspecto con Maldavsky (2009), traduciendo el acto auto lesivo en tres momentos: antecedentes del episodio, momento del acto y sus consecuencias. Se experimentaría un aumento de tensión que afecta a la persona justo antes, lo que lleva a un grado de emocionalidad, que conmueve y que sólo con traducirse en acto, se lograría un alivio, una forma de expresión del sentimiento que padecen. La auto-lesión pude ser un llamado de ayuda y una forma de manifestar  que tiene un motivo para experimentar el dolor, ya que este le procura satisfacción y/o sufrimiento.

A través de este acto se comprueba que  entra en contacto con la cruda realidad,  y con ello sale del el estado disociativo en que se encuentra. Este estado disociativo: puede ocurrir con leve y transitoria oscuridad de consciencia, con síntomas tales como la despersonalización. Otras auto-lesiones tendrían como objetivo tener un merecido “castigo” y/o castigar a otros, satisfacer una culpa o llenar un vacío.     Esto puede generar en los otros compasión o rechazo por el acto cometido, por lo que es una forma de hacer un llamado de atención  en su entorno.

¿La Auto-lesión como Síndrome ?. Aquí se plante algo enigmático, ya que es más que un signo un síntoma aislado, un síndrome es un conjunto de ambos. Existe en todo síntoma un aspecto que es el agujero formal del síntoma, lo indecible del síntoma algo que no fue inscrito o que fue desactivado al cuál se accede por el lenguaje no-verbal o la figurabilidad. Lo acontecido marcará su rango categorial.

El cuerpo se convierte en terreno de expresión y escenario de variadas causas, cuando la lesión se hace dolorosamente presente, el cuerpo parece escapar a nuestro dominio. Muchos dicen que es algo que no pueden controlar e ignoran porqué lo hacen.

“El cuerpo es una envoltura que establece un límite con el entorno y con la auto-lesión precisamente se pierde este límite.   Esto nos hace pensar que el cuerpo es un espacio-límite, pero al mismo tiempo un lugar de proyección de los acontecimientos de la vida. Lo que da la ilusión de ser indolente y de no acusar la angustia. Lo que no se puede obviar son las consecuencias del daño infringido sobre la superficie corporal.

Ya que la superficie corporal, es el medio por el cual se expresan las sensaciones y/o emociones, ya sean conscientes o inconscientes.  La piel sería el primer espacio bio-psico-social y el paradigma del vínculo con el mundo.  Si seguimos a Freud, quién manifiesta que el yo es la proyección de una superficie y tomamos en cuenta lo manifestado por Anzieu, (2007) quién nos habla del «yo-piel, entendiéndolo como representación precursora del yo en el bebé, que le sirve durante las primeras fases de su desarrollo para representarse a sí mismo como un yo, a partir de sus experiencias y desde la superficie de intercambio. El yo-piel es este anclaje del yo desde la envoltura corporal que contiene la imagen de uno mismo y a partir del cual el sujeto se organiza”.

Es un intento radical de recuperar un asidero en la realidad o de asentar de manera firme el yo en la realidad corporal, contra la ansiedad insoportable que produce el percibirse a uno mismo como no existente, en tanto es asiento de déficit y/o conflictos.

La Auto-lesión es un Acting Out: Qué es  esencialmente algo, en la conducta del sujeto, que se muestra.

El acting-out no puede ser verbalizado y se manifiesta a través de conductas que llevan un mensaje dirigido a  el entorno y al otro significativo.

Hay qué diferenciarlo del pasaje al acto que se presenta de manera inesperada, sin donde se excluye al Otro y en lugar de moverse dentro de la escena, el entorno, queda por fuera de ella.

EL acting dirigido hacia el propio cuerpo anula toda posible insensibilidad. En este sentido la violencia sacudiría, la inercia para promover la vida, pero una vida sufriente.

LA AUTOINMUNIDAD Y LAS AUTOLESIONES

 

 Enfermedad-Autoinmune-Desencadenante-1021x580

autolesionarse (2)

Dr. Indalecio Fernández Torres.

Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.

Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas. 

Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

 

El Ser humano constituye una unidad Psico-Somática, donde ambos aspectos hacen colusión, pero a pesar de ello ambas unidades en determinadas circunstancias hacen convergencia y divergencias, porque obedecen a matrices distintas, al igual que se procesan por lógicas diferentes. Permanentemente ambas lógicas, la psíquica y la somática cuando una se expresa siempre hay una repercusión en la otra.

Partiendo de la concepción psicoanalítica del cuerpo como territorio de lo psíquico-somático, como lugar de inscripción de las huellas que se producen en la relación a él  o los  otros significativos, en la que se da lo concerniente a, las vivencias de satisfacción y/o sufrimiento y al deseo. Lo que plantea  que toda manifestación del cuerpo en su vertiente psico-somática, en su manifestación auto-inmune puede actuar como una defensa ante un agente extraño o propio siendo esto fuente de una queja o de un alivio. Es un sistema que nos protege de la agresión propia o ajena.  Con las auto-lesiones se manifiestan de una manera diferente. En el auto-lesión, es la propia persona que lesiona su superficie corporal en la búsqueda de un alivio que lo puede obtener por la vía de infringirse sufrimiento o procurarle este a la vez una satisfacción ante un déficit o un conflicto propio de la dinámica de cada quién.

Constituye “la auto-lesión una manifestación sindromática”, aunque determinadas manifestaciones clínicas puedan presentarlas más, no constituyen  una manifestación de una estructura clínica o un síntoma singular de una configuración de la personalidad.  En su abordaje terapéutico hay que ver cuáles son los determinantes de la auto-lesiones para proceder en consecuencia. Esto nos plantea la singularidad de cada quién y el caso por caso.

Cada Ser humano tiene una singularidad, una particularidad y una universalidad que le es propia. Lo singular es único y pertinente a cada quién, lo particular nos vincula al prójimo con el que tenemos algo en común, que es del orden de lo imaginario y especular si nos referimos a lo psíquico, en lo somático personas pueden tener manifestaciones corporales similares pero nunca idéntica. Lo universal atañe a lo genérico donde todos pertenecemos a un grupo en común. Pero aun así se establece lo propio y lo ajeno, lo que establece las diferencias y posibles proximidades.

Sólo desde el establecimiento de la diferencia hay el establecimiento de lo semejante.

En “el sistema inmune”, una plantea “dualidad la auto-conservación y la Auto-destrucción”, en la búsqueda de un equilibrio entre su interioridad, lo externo, lo propio y lo ajeno al ser.

Todo esto da pie paulatinamente al establecimiento una memoria inmunológica, que según las circunstancias se decantará por la auto-conservación o la autodestrucción.Las enfermedades auto-inmunes configuran un amplio espectro, dentro del orden de lo somático.  El desencadenamiento de la enfermedad, siempre tendrá consecuencias tanto psíquicas como somáticas.

“Lo Auto-inmune”, como defensa o como patología tiene una referencia trans-generacional, pero su desencadenamiento se presenta por un desequilibrio de la unidad psico-somática del ser humano ocasionada por la acción de un agente que deviene ominoso por las circunstancias del entorno o lo interno. Nuestro sistema de auto-conservación falla y quedamos sometidos en el desamparo.

“Las Auto-lesiones”, constituyen un síndrome, que pueden tener su asiento en lo psíquico o lo somático, donde se pierde el sentido de auto-conservación, produciéndose una vuelta sobre sí mismo, auto-infringiéndose en el cuerpo lesiones, que le procurarán satisfacción o sufrimiento, en la búsqueda de un beneficio que apacigüe su angustia o su dolor.

Por lo tanto es una manifestación que se puede ceñir a múltiples causas, lo que nos aleja de una especificidad, pero no de la búsqueda de sus desencadenantes y de sus consecuencias. La auto-lesión es un lenguaje somático, utiliza el cuerpo como asiento de un mensaje, a tratar de des-encriptar.  Podemos decir que el cuerpo se convierte en terreno de expresión y escenario del déficit o los conflictos. Cuando la enfermedad dolorosamente se hace presente, el cuerpo sufriente parece escapar a nuestro dominio.

El cuerpo o su superficie constituyen el asiento de lo psico-somático. El cuerpo va a ser la proyección de una superficie, donde el yo, va a ser el agente de intercambio convergente o divergente, del sufrimiento o de la satisfacción que produce la autolesión.

Hay que hacer la salvedad de que no son manifestaciones, tales como: los sueños, actos fallidos, chistes o el propio síntoma, todos ellos son formaciones del Inconsciente. En este sentido las autolesiones serían un síntoma mal logrado o un fracaso en la posibilidad de configurar dicho síntoma.  Correspondería a lo indecible del síntoma en términos del lenguaje. Vendría a ser a algo cifrado de lo somático (lógica somática), que para ser develado tendrá que ser llevado  en transferencia al orden del lenguaje, No-verbal o verbal, para que se transforme en una constelación sintomática.

 

 

EL PSICOANALISTA EN EL HOSPITAL

 

 

20170227_091421

Dr. Indalecio Fernández Torres.

Médico-Psiquiatra-Psicoanalista.

Miembro Titular de la IPA, FEPAL y Sociedad Psicoanalítica de Caracas. 

Miembro invitado de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.

Mauricio Goldenberg, el maestro del Lanús, fundo y dirigió este iconico Hospital entre 1956 a 1976, instituyendo entre sus discípulos una forma diferente de abordar a los pacientes basado en un enfoque analítico y con ello la necesidad de analizarse.

 En los principios de los años sesenta el Dr. Fernándo Rísquez,  Psiquiatra y Psicoanalista, Venezolano establece en el Hospital Dr. Cárlos Arvelo, en Caracas, lo que llamó una Unidad Psiquiátrica en un Hospital General, donde los Psiquiatras y Psicólogos Clínicos en formación tenían la misma paridad y tenían que asumir un análisis, dado que el conocerte en tu propia dinámica mental, estarías en mejor disposición para atender a los que se aquejan de un sufrimiento mental. En 1966 también Lacán, se pregunta por el lugar del psicoanálisis en la medicina.

Nuestro desempeño en las salas del hospital se enfrenta con, la angustia y el dolor que genera lo imposible de tolerar,  la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.

Se trabaja en un dispositivo que muchas veces se convierte en ampliado, es decir que en casos graves, pueden estar llamados además del psicoanalista, el médico, y en algunos otros, como también la familia.

Soy discípulo, del Dr. Rísquez y me nutrí de los aporte del Dr. M. Goldenberg, durante  su exilio en Caracas. Me forme como Psicoanalista en la Asociación Venezolana de Psicoanalisis y en la actualidad pertenezco a la Sociedad Psicoanalítica de Caracas y soy Miembro Invitado del Asociación Madrileña de Psicoanálisis.

En la actualidad trabajo en una institución privada y ejerzo el Psicoanálisis Privado. Quiero hacer énfasis en como he oriento mi práctica en la instituciones en que he trabajo y de como ha ido variando mi práctica institucional y como esto ha abierto un abanico más amplio en mi ejercicio privado del Psicoanálisis y extenderme en otras, que es manifestaciones clínicas dentro de lo privado, pensando que competían tan solo al orden hospitalario.

En las instituciones que he trabajado, he atendido a personas con enfermedades crónicas,  que requieren períodos de estabilización o curas especializadas en régimen de hospitalización, ambulatorio y a domicilio.  En la institución en que trabajo disponemos de una unidad de dolor crónico y de enfermos en el fin de la vida (cuidados paliativos).  Esta configuración hospitalaria permite un abordaje multidisciplinar del paciente crónico.

Nuestra función consiste en aliviar siempre, acompañar y ver que hay de rescatable en estos pacientes crónicos o terminales para aportarle en lo posible, una mejor calidad de vida. Es decir, nos situamos en los límites del poder de la medicina y el psicoanálisis.

La presencia del analista, sea en el espacio del que se trate, hospital, institución, o consultorio, siempre se trata de una manifestación de lo inconsciente en el terreno de la transferencia. Quiero hacer énfasis  que el «ser psicoanalista es una actitud», en el espacio en que te desempeñes.

El analista en un Hospital o en una institución no sólo enfrenta las exigencias o falta de exigencias del paciente, sino que también se encuentra con la exigencia médica e institucional. Cuál es la salida ante esto, el trabajo multidisciplinar para juntar espacios y campos diferentes y tratar de actuar en concordancia.

La demanda del equipo en general es la de una contención…para el paciente, pero también en relación a aquello que genera su impotencia, su frustración , su angustia o dolor y que es trasladado vincularmente al equipo multidisciplinar.

Aquí lo que priva es la clínica, que etimológicamente significa junto al lecho, estar junto a su cuerpo.  Sin embargo, encontramos en la etimología de la palabra ‘hospital’, del latín hospes, un origen que permite pensar otra relación entre el paciente y su  cuerpo, en cuanto nos remite a ‘hospitalidad’. Esta palabra porta cierta solidaridad con hospedar, un cuerpo que sufre, un paciente que padece de su cuerpo que no es otra cosa que una unidad psico-somática. Lo que llama a la consideración de ambas vertientes.

Freud, descubre que el lenguaje (No-verbal y Verbal), no solo sirve a la comunicación, sino que a su vez tiene efectos en la queja del paciente, como un padecer encarnado en la corporalidad, articulando, de esta manera, lo psíquico y lo
somático de una manera original.

La posibilidad de intervenir desde una posición analítica como parte de
un equipo multidisciplinario en un hospital o en una institución, comporta el desafío de otorgar una escucha de la singularidad del paciente. La posibilidad de alojar aquello
único a través del vínculo paciente-terapeuta.   Así, acompañar en la percepción y escucha del cuerpo psico-somático que manifiesta algo, a través de su sintomatología, y que requiere un entendimiento y un acompañamiento que procure alivio.

Al hospital o una institución asisten los que tienen un dolor o una angustia, que los hace padecer. Esta demanda no solamente puede ser escuchada por un médico desde la parte somática, para dar una atención integral tiene que haber una escucha psico-somática, una escucha que vaya más allá de lo establecido, un psicoanalista escucha el lenguaje No-Verbal y verbal del paciente. El psicoanalista en su escucha-perceptiva del paciente,  puede aportar un alivio a su queja.

Un psicoanalista escucha más allá de la parte científica y tecnológica, ahí donde el médico ya no tiene campo de acción, que no sea el de acompañar.

El desarrollo de una relación individual, personal y confidencial con los pacientes fomenta la aparición de un vínculo y un apego en transferencia, siendo la mejor herramienta para el psicoanalista, es lo que ayuda a los pacientes hospitalizados a sentirse mejor, a sentirse escuchados, apoyados y a no sentirse solos.

En un equipo multidisciplinar, las normas, los reglamentos o los manuales (DSM-5), son formas de interacción y no una verdad única, que a la postre la da la clínica del paciente y es el equipo el que lo lleva a hacerse paciente, para que se percate, que le procura un alivio.

No todos los Hospitales o instituciones operan en equipos multidisciplinarios, sino que se hace cada vez más patente la transformación de las especialidades en compartimientos estancos , alejados del psicoanálisis y vemos el apego de la psiquiatría a la bioquímica a la llamada evidencia o a la big data,  para conservar un estatuto científico, alejandose de lo que creen ser elucubraciones, sin tener en cuenta que estas, son producto de la clínica del paciente.

La entrada del Psicoanálisis en el campo de la Salud Mental, aceptado como instrumento válido para responder al padecer de un paciente, trajo como consecuencia su inclusión en diversas instituciones tanto públicas como privadas. Toda institución es una organización, regido por reglas que constituyen un instrumento destinado a promover el orden de una práctica.  El analista en las instituciones debe enfrentarse a diario con las condiciones que estas determinan.  Además de los avatares que presentan los pacientes en su tratamiento, del cuál vienen o van según las circunstancias.

La interconsulta multidisciplinar, se trata de un pedido de intervención a otra especialidad precisamente en un punto donde aparece algún límite en el saber de alguna/s  de la/s especialidades del equipo multidisciplinar.

Todo esto nos hace pensar en la asistencia dentro del espacio público y de lo privado y que es lo trasladable de un espacio a otro. Lo que será motivo de otro escrito.